Un patrón que se repite : de Cuba a Montevideo
La historia de la izquierda marxista, especialmente en su vertiente más dogmática, está plagada de una narrativa recurrente: la culpa de sus fracasos no reside en su propia ineficiencia o en la inviabilidad de sus modelos, sino en un enemigo externo que asfixia y bloquea.
Es una estrategia retórica que busca eximir de responsabilidad a los
gobernantes y movilizar a sus bases en torno a un adversario común.
Lo vimos en Cuba, donde el régimen de los Castro culpó al
"bloqueo" estadounidense de su miseria económica. Lo vemos hoy en
Venezuela, donde el chavismo acusa a las sanciones de todos sus males, mientras
la corrupción y la mala administración han destruido el país.
Ahora, esta misma lógica, a una escala local, ha llegado a Montevideo de
la mano del Frente Amplio.
La farsa del "ahogamiento"
Durante meses, la administración de Carolina Cosse y sus allegados
denunciaron un supuesto "ahogamiento financiero" por parte del
gobierno central de la Coalición Republicana.
La narrativa era clara: la Intendencia de Montevideo, supuestamente una
de las instituciones más sólidas del país, era víctima de una asfixia
deliberada. El objetivo: justificar el creciente déficit y desviar la atención
de un manejo financiero cada vez más cuestionable. Cosse primero y el Frente
Amplio después, estaban en campaña electoral y había que disimular el desastre
que se estaba haciendo.
Pero como ocurre con las grandes farsas, la verdad siempre termina
saliendo a la luz.La contadora Laura Tabárez, en el marco de su comparecencia a
la Comisión de Hacienda de la Junta, ha dinamitado, quizás sin quererlo, esta
narrativa.
Al revelar que las transferencias del gobierno central solo explican un
ínfimo 2,6% del déficit, se desmonta por completo la excusa
del "bloqueo". Esta confesión, tal como ocurrió con el Cr. Vallcorba al
decir que el programa de gobierno del Frente era impagable, exhibe una
preocupante falta de coherencia y una gran irresponsabilidad.
La verdadera causa del desastre
Los verdaderos responsables del descalabro financiero no son otros que
los propios jerarcas de la administración saliente.
Los datos no mienten: un descontrolado aumento en el gasto de personal, que por sí solo explica la mitad del
déficit, y unas proyecciones de ingresos que no eran más que fantasías
optimistas, son las causas reales del problema. Se gastó lo que no se tenía, se
prometió lo que no se podía pagar y ahora el fardo quedó para la actual
administración y, en última instancia, para todos los montevideanos.
El Frente Amplio, en su afán por mantener un relato de victimización, se
ha negado a mirarse al espejo y asumir sus propios errores. En lugar de
reconocer su impericia, su desidia y su falta de rigor técnico, ha preferido
culpar a un "enemigo" exterior inexistente.
Es un patrón político que denota un verdadero desprecio por la verdad y,
en definitiva, por el criterio de sus propios votantes.
La ciudadanía merece políticos que sean honestos sobre los desafíos que
enfrentan, en lugar de recurrir a narrativas fantasiosas para justificar su
propia incompetencia.
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