Un capricho que generará daño ambiental y desarraigo
La reciente decisión de retomar el proyecto de la represa de Casupá es,
desde el punto de vista estratégico, un error de proporciones que muestra la
improvisación y desidia que caracteriza a este gobierno frenteamplista.
En lugar de buscar una solución
definitiva para el suministro de agua potable para el área metropolitana,
optaron por un proyecto que sigue dependiendo de la ya sobreexplotada y
contaminada cuenca del río Santa Lucía, la misma que ha demostrado ser
insuficiente ante los desafíos del cambio climático.
Las 20 horas de interpelación a Ortuño, en donde el Ministro se extendió
en largas y tediosas explicaciones que paradójicamente resultaron
insuficientes, no hicieron otra cosa que mostrar la negligente deriva del
gobierno frenteamplista.
Tal como lo planteamos en artículos anteriores, la respuesta racional y
con visión de futuro estaba en la toma de agua del caudaloso e inagotable Río
de la Plata. El Proyecto Neptuno tenía fallas y debió ser reformulado para
corregir sus errores, pero se enfocaba en una solución mucho más sensata.
Lo que ha hecho el gobierno, en cambio, es desandar un camino de
progreso y optar por un plan que trae consigo graves e irreparables consecuencias ambientales y sociales.
Basta con comparar las cifras.
Mientras el Proyecto Neptuno contemplaba la inundación de unas 240
hectáreas, Casupá arrasará con 3.600 hectáreas.
Pero el daño no termina ahí. Esta elección caprichosa implica la
destrucción de al menos 450 hectáreas de monte nativo,
un ecosistema invaluable, rico en flora y fauna, que desaparecerá para siempre.
Es un impacto ecológico tan profundo
que se convierte en un crimen contra nuestro patrimonio natural.
El costo social del proyecto es, si cabe, aún más dramático. El plan
afectará a no menos de 100 pequeños productores y sus
familias, arrebatándoles sus tierras, su única fuente de sustento, y
condenándolos al desarraigo, la miseria y la incertidumbre.
En tanto se gastan cifras millonarias en otros proyectos de menor
envergadura, como el homenaje al Pepe con la compra de la estancia María
Dolores destinada a 16 productores, el Instituto Nacional de Colonización no
tiene un plan concreto de reubicación para las 100 familias afectadas por este
“capricho progresista”.
La elección de Casupá no es más que otro síntoma de la falta de visión y
el empecinamiento del Frente Amplio. Una decisión que ignora la realidad ambiental,
minimiza la vida de los productores y nos ata al pasado.
Mientras se discute el futuro hídrico del país, se ha optado por una
solución que no es ni la más eficiente ni la más justa, sino la que mejor se
acomoda a los caprichos de un gobierno que parece vivir de espaldas a la
realidad y a la gente.
El costo de esta soberbia, lamentablemente, lo pagaremos todos los
uruguayos, y en especial, los pequeños productores que verán sus vidas
desmoronarse.
Ricardo Alba El Día 23 de agosto de 2024
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