EL RIESGO DE UNA EUTANASIA SIN GARANTÍAS


 

El debate sobre el proyecto de ley de eutanasia, nuevamente en la agenda parlamentaria, nos obliga a mirar más allá de la mera compasión. Aunque el anhelo de aliviar el sufrimiento es legítimo, debemos ser cautelosos con una legislación que, tal como está redactada, plantea graves riesgos para la protección del derecho a la vida.


Un proyecto con objeciones fundamentales

Las principales críticas al proyecto de ley se centran en las garantías que omite y los conflictos de interés que no aborda:

·         Falta de garantías y controles externos: El proceso se desarrolla de forma interna, sin controles imparciales. La decisión queda en manos del médico tratante, un colega y la institución médica, sin requerir la opinión de un psiquiatra, el aval de un juez o la notificación a la familia. Se cuestiona que un acto tan trascendental como poner fin a una vida se maneje sin la supervisión de autoridades independientes.

·         Vulnerabilidad y conflicto de intereses: El paciente, en un estado de vulnerabilidad extrema por su enfermedad, dolor y medicación, podría no dar un consentimiento libre y consciente. Se señala un claro conflicto de interés, ya que las instituciones médicas, con su modelo de prepago, podrían beneficiarse económicamente de acortar la vida de pacientes con tratamientos largos y costosos.

·         Debilitamiento del derecho a la vida: El proyecto relativiza un principio que ha regido el derecho uruguayo por más de un siglo: nadie puede disponer legítimamente de la vida de otra persona. Al no rodear esta decisión de las máximas garantías, la ley podría socavar la protección del derecho más fundamental de todos.

·         Motivaciones económicas: Se sugiere que, bajo el manto de la compasión, se esconde una motivación económica. La ley podría convertirse en un mecanismo para reducir costos en el sistema de salud, acortando la vida de personas en su etapa más cara y menos productiva. La falta de debate público y la omisión de salvaguardas legales confirman, para los críticos, que la ley prioriza el ahorro sobre el sufrimiento.

·         Alteración de la función médica: El proyecto obliga a los médicos a asumir un rol que choca con la esencia de su profesión. El juramento hipocrático de "no dañar" se vería comprometido si los profesionales de la salud, formados para salvar vidas, se convirtieran en los ejecutores de la muerte. Esto podría generar una profunda desconfianza en los pacientes sobre las verdaderas intenciones del personal de salud.


La urgencia de un debate sincero

Este debate no se trata de religión o filosofía, sino de sentido común. No es un rechazo a la voluntad del individuo, sino una denuncia de la fragilidad y peligrosidad de la ley que se propone. ¿Realmente queremos que la sociedad descarte a los ancianos y enfermos bajo el pretexto de la compasión, mientras se ahorra dinero?

La falta de garantías en este proyecto es una señal de alarma. Una ley de esta naturaleza exige transparencia y controles rigurosos, y es responsabilidad de nuestros legisladores asegurar que no se abra una puerta a intereses que nada tienen que ver con el bienestar de los pacientes. La pasividad en este tema no es una opción, es una amenaza a nuestra propia salud y a los cimientos de nuestra sociedad.

Ricardo Alba






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