El abandono del Norte y la miopía fiscal del gobierno
La zona norte de Uruguay como consecuencia de los
vaivenes de nuestro poderoso vecino Brasil, enfrenta una crisis que trasciende
lo económico y pone en jaque la propia soberanía nacional.
A eso hay que sumarle el reciente cierre de la planta de
Conaprole en Rivera y la falta de competitividad sistémica de nuestra industria
frente a los productos extranjeros que inundan el comercio fronterizo,
aprovechando asimetrías de mercado que el libre comercio, por sí solo, no puede
corregir.
Este cierre no es un hecho aislado; es una señal de
abandono del Norte profundo, un territorio que parece olvidado en la ecuación
del desarrollo nacional.
La decisión de Conaprole de cerrar su planta en Rivera
deja a cientos de trabajadores a la deriva, golpea al comercio local y erosiona
la cohesión social.
Cada industria que se apaga en la región no solo
representa empleos perdidos, sino también un tejido social que se deshilacha,
generando inestabilidad y frustración. Uruguay no puede permitirse centralizar
su desarrollo en Montevideo y el Sur, dejando al Norte como un apéndice
olvidado.
Es absolutamente prioritario dictar medidas que estimulen
realmente la radicación de industrias en esa zona.
En este contexto, la propuesta de rebajar el IVA a los
productos de industria nacional en la zona fronteriza emerge como una
herramienta concreta y necesaria. No se trata de un simple paliativo, sino de
una acción estatal firme para defender la competitividad de nuestras empresas
y, con ello, la soberanía económica del país. Permitir que el comercio
fronterizo sea dominado por productos extranjeros más baratos debilita nuestras
empresas, destruye empleos y compromete la independencia económica de Uruguay.
Un Estado inteligente debe intervenir para corregir estas
distorsiones,
Sin embargo, el gobierno ha optado por una visión
cortoplacista, rechazando la rebaja del IVA bajo el argumento de proteger la
recaudación fiscal. Esta decisión refleja una miopía preocupante: un porcentaje
alto de nada es nada.
Al priorizar ingresos inmediatos por encima de la
estabilidad económica y social del Norte, el gobierno no solo agrava la crisis,
sino que también desatiende su deber de gestionar la nación en su conjunto.
La inestabilidad en la frontera, alimentada por la falta
de competitividad, no es solo un problema económico; es una amenaza al orden
social que puede generar consecuencias impredecibles.
Uruguay necesita un Estado que actúe con decisión, que
entienda que la defensa del tejido productivo es la base de un país fuerte y
cohesionado. El estímulo a la radicación de industrias en el Norte y la rebaja
del IVA a productos nacionales en la frontera sería un paso concreto para
restaurar la competitividad, proteger los empleos y demostrar que el gobierno es
capaz de hacer frente a las crisis externas con visión estratégica.
Es hora de actuar, de priorizar a los uruguayos y de
construir un país que no deje a nadie atrás.
Ricardo Alba El Día 9 de agosto de 2025
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