RECUPEREMOS LA EMOCIÓN


El Partido Colorado, a lo largo de su historia, ha sido reconocido como “el Partido de la Razón”. Esta identidad, forjada en el rigor intelectual y la defensa de principios, fue durante mucho tiempo una fortaleza. Sin embargo, en el mundo actual, esa misma racionalidad que nos distinguió parece haber abierto una brecha entre nuestras acciones políticas, nuestras propuestas y las expectativas de la ciudadanía.

Si queremos recuperar la grandeza de antaño, debemos mirar más allá de la lógica fría y reconectar con algo más profundo: la emoción. Hoy, en un tiempo donde las decisiones de los electores están cada vez más influenciadas por el sentir y menos por el cálculo, el desafío del Partido Colorado es claro: volver a emocionar.

No se trata de un capricho ni de una intuición pasajera. Numerosos estudios realizados por analistas de la talla de Jaime Durán Barba, Santiago Nieto o Giuliano da Empoli han puesto sobre la mesa un fenómeno que define la política contemporánea: la “emocionalización de la política

 En su libro El arte de ganar, Durán Barba subraya cómo las campañas exitosas ya no se construyen solo sobre programas detallados o argumentos racionales, sino sobre narrativas que despiertan pasiones, esperanzas y temores. Da Empoli, por su parte, en Los ingenieros del caos, describe cómo los líderes populistas han sabido capitalizar las emociones a través de las redes sociales, transformando la indignación, el orgullo o la nostalgia en combustible electoral. Este nuevo escenario no es una moda pasajera, sino una dinámica estructural que combina tecnología y psicología.

Las redes sociales amplifican las emociones a una velocidad inédita, convirtiendo un tuit, una imagen o un relato en una herramienta más poderosa que un discurso programático de horas. Si el Partido Colorado pretende volver a ser una fuerza relevante, debe comprender y dominar estas dinámicas tecnológicas y emocionales que mueven la política de hoy. No basta con tener razón; hay que hacer sentir esa razón en el corazón de la gente.

Y para ello, tenemos un tesoro invaluable: nuestra historia. El Partido Colorado no es un proyecto improvisado ni una suma de intereses coyunturales; es una épica extraordinaria que atraviesa los cimientos mismos del Uruguay.

Ahí está Fructuoso Rivera, nuestro fundador, un caudillo de mil hazañas cuya figura sigue siendo un símbolo de coraje y liderazgo. Aún hoy, sus detractores insisten en denostarlo con acusaciones falaces que no resisten el análisis histórico. Frente a ello, iniciativas como “Encuentro con Rivera”, liderada por un grupo de colorados apasionados, que buscan reivindicar su legado con un entusiasmo que el Partido debería abrazar y potenciar institucionalmente, sin que pierda su espontaneidad ni su frescura.

Otro ejemplo es Jorge Pacheco Areco, quien con valentía y determinación defendió la institucionalidad democrática frente al avance del terrorismo y logró terminar el caos económico y la hiperinflación que heredó al asumir la Presidencia. Estas figuras no son reliquias de un pasado lejano; son faros que nos recuerdan quiénes somos y qué somos capaces de lograr.

Recuperar la emoción no significa abandonar la razón, sino enriquecerla con el orgullo de nuestra historia y la empatía hacia las urgencias del presente. Necesitamos propuestas que no solo sean sólidas en su diseño, sino que sintonicen con las necesidades reales de la gente: el deseo de seguridad, la esperanza de un futuro mejor, la indignación ante las injusticias.

Las emociones no son un atajo ni una debilidad; son el puente que nos permitirá volver a conectar con la ciudadanía. Las redes sociales, con su inmediatez y su alcance, nos ofrecen una oportunidad única para llevar ese mensaje a cada rincón del país, pero solo si sabemos usarlas con inteligencia y autenticidad.

El Partido Colorado tiene todo para liderar esta nueva etapa: una historia épica, figuras inspiradoras y una base de valores que resisten el paso del tiempo.

 

Es hora de dejar atrás la frialdad de las estadísticas y los tecnicismos. Es hora de volver a emocionar, de recuperar nuestro orgullo y de construir un futuro que no solo convenza a la mente, sino que movilice el alma. Recuperemos la emoción, y con ella, recuperaremos nuestro lugar en la historia del Uruguay.

 

Ricardo Alba   El Día 5 de abril de 2025





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