LA CONVENCIÓN COLORADA : MÁS DUDAS QUE CERTEZAS
El pasado sábado, la Convención Nacional del Partido Colorado se reunió en Montevideo por iniciativa de Flavio Harguindeguy y con el respaldo de casi 80 convencionales. El objetivo parecía claro: tratar dos puntos esenciales para el futuro inmediato del Partido en las elecciones departamentales y municipales de mayo. Por un lado, declarar el apoyo a las listas y candidatos colorados; por otro, hacer un llamado a la disciplina de los cuadros partidarios para que trabajen en sintonía con esas candidaturas. Sin embargo, lo que podría haber sido una jornada de definiciones contundentes se transformó en un ejercicio de dilación y ambigüedad, dejando más interrogantes que certezas.
A los dos puntos originales se sumó un tercero: la presentación de los candidatos y un homenaje que, siendo muy merecido, fue utilizado como una herramienta para desviar el foco de los temas centrales.
Desde el inicio, la Mesa, encabezada por Robert Silva y Andrés Ojeda, pareció empeñada en prolongar innecesariamente la Convención. El tercer punto se adelantó en el orden del día, las intervenciones se estiraron y el conteo reiterado de los presentes –que, como era previsible, disminuía con el paso de las horas– evidenció una estrategia que cualquier observador imparcial pudo percibir: evitar que hubiera quórum suficiente para tomar decisiones incómodas. En particular, se notó una resistencia a llamar a responsabilidad a aquellos “colorados” que se transformaron en tránsfugas ocasionales apoyando candidaturas del Partido Nacional en detrimento de sus propios correligionarios.
El desarrollo de la jornada rozó lo insólito. Se llegó a presentar y votar, de manera absolutamente antirreglamentaria, una moción que encargaba al Ejecutivo Nacional negociar la implementación de la Coalición Republicana departamental para el 2030, un tema que excedía el propósito original de la Convención. Finalmente, fue necesario votar afirmativamente dos veces para lograr algo que debería haber sido elemental: un pedido expreso a los dirigentes colorados para que no respalden a candidatos blancos. Esto pone en evidencia las tensiones internas y la falta de cohesión que atraviesa el Partido.
También hubo voces de reproche. Distintos convencionales alzaron sus quejas por la orfandad que sienten muchos militantes que con esfuerzo y dignidad sostienen la bandera colorada sin apoyo alguno de las cabezas de sus sectores. Hablaron de teléfonos que no contestan, de líderes ausentes que desconocen la realidad de los departamentos y de una desconexión que amenaza con debilitar aún más la estructura partidaria. Estas críticas no son nuevas, pero resuenan con especial fuerza tras una Convención que dejó al descubierto importantes fisuras.
CONCLUSIONES E INTERROGANTES
Más allá de las conclusiones, lo que esta instancia deja son preguntas inquietantes. ¿Por qué se evitó con tanto celo sancionar a quienes, siendo colorados, trabajan para el Partido Nacional? ¿Qué intereses subyacen en esta aparente tolerancia hacia el abandono de la lealtad partidaria? ¿Acaso existe un pacto secreto, negociado por fuera de las estructuras formales, que explica estas maniobras? La falta de claridad alimenta la desconfianza y pone en jaque la credibilidad de actores políticos que deberían ser pilares de nuestra colectividad.
El Partido Colorado enfrenta un momento crucial. Las elecciones departamentales y municipales no son sólo una prueba de su capacidad electoral, sino también de su identidad y cohesión interna. Si sus dirigentes no logran responder a estas dudas con hechos concretos –y no con discursos vacíos–, corren el riesgo de profundizar la sensación de abandono entre sus bases y de debilitar aún más su posición en el tablero político. El Partido merece que su rica historia sea honrada con transparencia y compromiso. Está en manos de sus líderes demostrar que aún pueden estar a la altura.
Ricardo Alba
El Día : 22 de marzo de 2025
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